A los vietnamitas les gusta vivir en la calle. Comen en la calle, cocinan en la calle, lavan los platos en la calle, se asean en la calle y, por supuesto, duermen en la calle. No tengo muy claro si lo hacen por costumbre, por calor o por falta de espacio. De lo que sí doy fe es de que este hábito hace las aceras impracticables para el pobre peatón, relegado a la carretera para poder moverse por la ciudad. Sí, las aceras no son feudo peatonal. Pertenecen a las familias, que sacan sus hornillos a la calle, cocinan su cena y se sientan en los taburetitos azules o rojos de plástico a la fresca, sin importarles el tiempo que hace o si molestan a sus convecinos. En definitiva hay que tener cuidado al pasear por las calles de las ciudades, si te descuidas te metes en casa de un vietnamita... Hasta la cocina.
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